La IA centralizada es genial hasta que te das cuenta de que no eres dueño de nada: los datos, el modelo y la gobernanza están en manos de alguna entidad centralizada. Era un usuario feliz de ChatGPT hasta que un día me di cuenta de cuánto pensamiento le estaba dando al modelo. Se había convertido en un socio de lluvia de ideas para mí en la investigación de blockchain y criptografía, ayudándome a comprender nuevos conceptos y generar nuevos conocimientos. Pero todos estos datos son propiedad de OpenAI, no solo los míos, sino los datos de todos sus usuarios. Si el statu quo continúa, es probable que vivamos en un mundo en el que un par de empresas tengan un inmenso poder sobre todos y potencialmente controlen la forma en que vivimos y pensamos a medida que la IA se integra cada vez más profundamente en nuestra vida cotidiana. O podemos bifurcar esa versión del futuro y elegir un camino diferente en el que las personas sean dueñas de sus datos y la investigación y la formación de nuevos modelos estén totalmente abiertas con contribuciones de los investigadores, independientemente de sus afiliaciones. Sin duda, es una batalla cuesta arriba cambiar el statu quo, pero en mi opinión, vale la pena hacerlo.